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Orlando
26 Jan 2022
Lo recomiendo muchísimo. Si eres alguien al que le gusta aprender y de verdad tener una calidad al hacerlo, este es un lugar muy adecuado para elegir. Buena atención, buenos contenidos y excelentes maestros.
Ar Yasin
26 Jan 2022
La calidad de este centro es de primer nivel, sus maestros también lo son y así te lo demuestran en el proceso, siempre te ayudan con lo que necesites y logran que obtengas buenos resultados. Recomendado totalmente.
El periodista recopila en ‘El anciano que murió haciendo el amor con un fantasma’ historias que desmontan fenómenos paranormales
La prohibición, que durante años consiguió criminalizar el consumo de hachís, despertó la curiosidad de un médico francés y tuvo como resultado el primer trabajo científico sobre drogas
El uso terapéutico eficaz y seguro de la marihuana pasa por investigar el efecto de sus principios activos en la percepción humana y la manera de potenciar que lleguen al cerebro
La vida de Conrad fue un continuo sufrimiento debido a los dichosos cristales de ácido úrico que le impidieron escribir de forma permanente, por lo cual tuvo que recurrir al dictado de algunas de sus obras
Paraguay mantiene vivo el uso de las plantas medicinales, una tradición ancestral. Pero faltan recursos para estudiarlas y comercializarlas de manera sostenible
La medicina tradicional indígena y afro no es una novedad, pues ya está contemplada en normativa médica nacional e internacional, y se practica a diario no solo en regiones apartadas sino en ciudades como Bogotá
El mayor mercado de fetiches de África del este se encuentra en Lomé, la capital de Togo. Los comerciantes aseguran que sus creencias animistas no pasan por su mejor momento debido a la pandemia y a las nuevas corrientes evangélicas tan de moda en el continente
Aimema Uai es parte del pueblo indígena ancestral muruy muina y desde hace cinco años reside en Bogotá, la capital colombiana. Desde aquí, explora sus raíces a través del arte “para que no se pierdan” e intenta conectar la naturaleza con la ciudad
La manipulación genética deja unas huellas manifiestas que no se ven en el coronavirus